viernes, 22 de febrero de 2013

Miel: Mascarillas y beneficios


La miel, esa sustancia viscosa y muy dulce elaborada por las abejas, ha sido muy usada, desde épocas antiguas (civilizaciones egipcia, griega, romana, etc.), como alimento y también como medicina natural, mediante su consumo interno, para aliviar y hasta prevenir diferentes enfermedades.

Sin embargo, la miel, igualmente, puede resultar beneficiosa para la salud y belleza de forma externa.  Es decir, su aplicación sobre la piel mediante mascarillas, baños, o para masajes, etc. puede ayudarla a mantener sana y suave.

Grandes beneficios de la miel

No es una coincidencia encontrar hoy en día este producto en muchos de los artículos de cosméticos,    geles,   jabones champús, entre otros. Se ha demostrado que ayuda a vitalizar, restaurar, humectar, suavizar, nutrir y, además, tiene propiedades terapéuticas para diversas zonas del cuerpo. Esto se debe a que las múltiples sustancias contenidas en el néctar y polen de las flores (que es de donde se origina la miel) tienen efectos:
■ Antioxidantes.
■ Regeneradores.
■ Humectantes.
■ Antiinflamatorios.
■ Antivirales.
■ Antisépticos.
■ Antibióticos.

Masajes con miel

La idea del masaje es lograr un efecto “bombeo-succión”, con lo se pretende traer a la superficie las toxinas que descansan dentro del cuerpo, y extraerlas a través de la estimulación de los poros; sin embargo, a pesar de sus virtudes, el masaje a base de miel es bastante inusual. Su textura es ideal para la exfoliación de la epidermis y por su propiedad nutritiva, hace que la piel se vuelva más suave y firme.

También actúa en profundidad, restableciendo la distribución de la melanina en la piel, influye en los intercambios metabólicos de las células, en el drenaje de los líquidos para evitar su retención, y en la eliminación de grasas.

Áreas a tratar

Las zonas donde usualmente se practican, son las que permiten restablecer las energías perdidas o alteradas, que en la mayoría de las personas se localizan en la espalda, caderas y piernas. Sin embargo, también pueden ser aplicadas en inflamaciones de nervios, articulaciones, o en los casos de tendinitis.

Las diferentes terminaciones nerviosas superficiales de la piel se activan con estos masajes, ya que mejoran el flujo circulatorio. En definitiva, la miel despierta la energía de la piel, independientemente de la parte del cuerpo que se trate.

Este proceso se realiza de manera natural, y por lo tanto no existe riesgo alguno sobre el organismo (sólo si se es alérgico), como sí ocurre con otros compuestos químicos de algunos productos que se usan para el masaje.

Mientras más pura y natural sea la miel utilizada para aplicar los masajes, mejores serán los efectos que tendrá sobre la piel. Además de la utilidad como embellecimiento cutáneo, estos masajes son también utilizados con efectos de relajación, energéticos y para la limpieza de chakras.

Mascarillas con miel

Los efectos de la miel sobre la piel son muy benéficos. Es suavizante, nutritiva y cicatrizante, por lo que puede utilizarse tanto par prevenir la aparición de arrugas como para combatir la sequedad en épocas de frío. Es por eso que la siguiente mascarilla le será útil par hidratar la piel (si está muy castigada) o nutrirla, aunque no presente problemas.

Mascarilla antiarrugas con miel
Mezclar en un recipiente dos cucharadas de miel líquida, una cucharada de yogurt natural y unas gotas de aceite de oliva extra virgen.

Con las manos bien limpias, extienda la preparación sobre el rostro y el cuello, procurando no colocarla en la zona del contorno de ojos.  Deje actuar aproximadamente 10 minutos. Luego, enjugue con agua tibia.

Mascarillas regeneradores de la piel con miel
Mezclar una cucharadita de jugo de aloe, un huevo entero, una cucharada de miel y dos de harina de cebada. Aplicar con pincel sobre el rostro y dejar secar diez minutos, lavar con agua caliente y luego fría.

Mezclar, con un 50% de una emulsión base, la gelatina de una hoja de aloe, una cucharada sopera de vaselina líquida. Aplicar dos veces por semana en todo el rostro, dejar diez minutos y retirar con un algodón embebido en agua tibia.

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